Don Pedro y la Compañia de Jesús





Siempre me preguntaba él porque  de  la relación que hay entre  la espiritualidad Legariana y la Ignaciana, en donde nació la importancia de las E.C.R por el tesoro que son los Ejercicios Espirituales. Esa interrogante me la respondió este libro.



A continuación compartiremos con ustedes, parte de este texto:

•Religiosamente, cuenta con Catedral  cuya puerta del Juicio es una verdadera joya, varias iglesias, conventos y Colegios importantes, como el de los Jesuitas. (* García, 5; 1999). Habla de Tudela, pueblo donde nació Don Pedro.

•Don Pedro había experimentado lo que significaban los Ejercicios Espirituales en una Parroquia… Después, fundada la Congregación y abierta la Casa de Ejercicios de Tudela, a ella iban todos los ejercitantes posibles. Y, eso sí, a practicar unos Ejercicios Espirituales netamente ignacianos. (*Garcia,16:1999). Don Pedro ya pensaba en el carisma de la congregación, y sería el de  Ayudar a  dar un tesoro que no da la espiritualidad Ignaciana y son los Ejercicios Espirituales.

•Se sumaron en Don Pedro las virtudes cristianas más genuinas. Santo es quien hace rendir a la naturaleza y a la Gracia todas sus potencialidades. Y esto lo aprendió nuestro Párroco, sobre todo, en la escuela de San Ignacio de Loyola. ¡Cuántas veces no oímos decir, con buen humor, que Don Pedro Legaria era más jesuita que San Ignacio!... (*García, 22:1999). Estoy seguro que Don Pedro entendió aquello que decía San Ignacio durante su convalecencia, al leer la vida de los Santos “"Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿por qué no lo voy a lograr yo?"

•Formado bajo la dirección de jesuitas santos, de los muchos que pasaron por el Colegio de Tudela y por el Noviciado de la cercana Veruela y citamos por todos a los inolvidables Padres Ubillos y Ongay era natural que la ascética y vida espiritual de Don Pedro fueran netamente ignacianas. Los Ejercicios Espirituales, los exámenes de conciencia, la oración y meditación, el vencimiento propio, el constante agere contra ir a la contra de cualquier desorden sus penitencias y espíritu de sacrificio, todo estaba imbuido del espíritu del Patriarca de Loyola. (*García, 22; 1999).  Solo se puede decir  ¿cómo no enamorarse de la espiritualidad ignaciana?

•Su obra de los Ejercicios en la Parroquia, igual que la Congregación de las Esclavas de Cristo Rey, estuvieron siempre alentadas por los Padres de la Compañía. Desde que empezó como Párroco en Murchante sintió la llamada a la Compañía de Jesús. Y vio la posibilidad de ingresar en ella cuando el Obispo le nombró como Coadjutor a su Hermano Tomás, sacerdote también muy ejemplar. Pero, ¡ay!, Tomás murió muy pronto en la misma Parroquia, dejando en ella un recuerdo tan querido... Consulta Don Pedro con el Maestro de Novicios de Loyola, y oye la respuesta: ¿Treinta y seis años tiene? ¡Tranquilo, que hay tiempo!... Pero ese tiempo no llegaba nunca. Y mientras tanto, Don Pedro, con la imagen de Javier en la conocida estampa, a soñar en la vida misionera dentro de la Compañía de Jesús…Sus esperanzas de ser jesuita, sin embargo, no se verán defraudadas del todo. En 1927 el Provincial Padre Azcona le manda al Padre Rector del Colegio de Tudela un Diploma que va a hacer feliz a Don Pedro: ¡El 31 de Julio, fiesta de San Ignacio, el Padre Provincial me dio la Carta de Hermandad con la Compañía de Jesús! Para mí constituye esto la dicha más grande después de mi sacerdocio. Dejó enmarcado este Diploma en su despacho, para enseñarlo con orgullo a cuantos lo quisieran ver. Y su dicha fue completa cuando en 1945 recibía la comunicación de que le habían concedido la gracia de emitir los Votos en la Compañía a la hora de la muerte. Con la emoción que podemos imaginar, le contesta al Padre Azcona, ahora Asistente de España en Roma: “Siempre amé a la Compañía como a mi Madre y con todo mi corazón, y a todos sus hijos como a hermanos. En su espíritu me formé desde los 14 años, bajo la dirección de Padres competentes. A todos ellos debo mi formación espiritual... Desde este momento, añadía, leeré las Santas Reglas y las pondré en práctica cuanto pueda. Ahora, pues, a vivir como jesuita en la Parroquia y después en la Casa de Ejercicios. Carácter recio, valiente, generoso y tierno a la vez, y penetrado de una gran piedad y amor a Jesucristo, a la Virgen y a la Iglesia”... Así fue siempre este hijo espiritual de San Ignacio de Loyola, y así llegó a ser todo un Hombre de Dios (*García, 23; 1999). Nos queda demostrado que cuando uno desea algo con todo el corazón, Dios nos lo concede, quizás Don Pedro no pudo entrar al noviciado jesuita, porque Dios ya tenía planes para Él, pero vemos como en algún momento Dios lo complació.


• Formado espiritualmente desde el Seminario por los Padres Jesuitas del Colegio, siempre bajo su dirección y unido a ellos con una amistad íntima, no admitía adaptaciones en los Ejercicios. Era auténticamente riguroso en este punto. Acomodados en cuanto a la duración de pocos días, sí; orientados con otra mentalidad, no y de ninguna manera. Hoy las Casas, naturalmente, aceptan convivencias y otras reuniones apostólicas. Pero los Ejercicios siguen siendo Ejercicios...Así lo pensaba, así lo quería, y así lo hacía aquel providencial iniciador. Don Pedro Legaria pasará a la Historia de los Ejercicios Espirituales modernos en España como un pionero excepcional. Las Casas de Tudela y Burlada en Pamplona fueron en su tiempo un verdadero signo, creadoras de grandes inquietudes. A estas horas, ya han tenido muchos imitadores. ¿Qué diócesis no cuenta con su propia Casa de Ejercicios, y cuántas Religiosas no han levantado la suya? (García, 36; 1999). La formación con la que contaba Don Pedro y la que brindo a las tres primeras hermanas y al pueblo de Murchante, se ha traspasado de generación en generación, hoy una persona que vivió los Ejercicios Espirituales, les dice que  como ellos no hay dos, gracias a las E.C.R por darnos al oportunidad de vivir esa experiencia.

“Los Ejercicios Espirituales para Don Pedro, fueron el Desiderátum de su amor”


•    García  Pedro. Párroco y Fundador: Don Pedro Legaria un sacerdote Santo. 1999

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